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En busca del tiempo perdido
Marcel Proust
“…entonces mi abuela tornaba a salir, desanimada y triste, pero sonriente sin embargo, porque era tan buena y de tan humilde corazón, que su cariño a los demás y la poca importancia que a sí misma se daba se armonizaban dentro de sus ojos en una sonrisa, sonrisa que, al revés de las q vemos en muchos rostros humanos, no encerraba ironía más que a su propia persona, y para nosotros era como el besar de unos ojos que no pueden mirar a una persona querida sin acariciarla apasionadamente…”
“…Pero ni siquiera desde el punto de vista de las cosas más insignificantes de la vida somos los hombres un todo materialmente constituido, idéntico para todos, y del que cualquiera puede enterarse como de un pliego de condiciones o de un testamento; no, nuestra personalidad social es una creación del pensamiento de los demás. Y hasta ese acto tan sencillo que llamamos “ver a una persona conocida” es, en parte, un acto intelectual. Llenamos la apariencia física del ser que está ante nosotros con todas las nociones que respecto a él tenemos, y el aspecto total que de una persona nos formamos está integrado en su mayor parte por dichas nociones. Y ellas acaban por inflar tan cabalmente las mejillas, por seguir con tan perfecta adherencia la línea de la nariz, y por matizar tan delicadamente la sonoridad de la voz, como si ésta no fuera más que una transparente envoltura, que cada vez que vemos ese rostro y oímos esa voz, lo que se mira y lo que se oye son aquellas nociones…”
Rayuela
(capítulo 7)
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hacer nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos, el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
El autor intelectual
(Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, 2000)
Una joven periodista desaparece y la vida de un hombre cambia. No es su mujer, ni un nuevo amor. Pero esa ausencia, con un aura de incierta violencia, adquiere los tintes del enigma. El hombre es un escritor que intenta rearmar su vida acechado por los restos del pasado y por la sombra del fracaso. Y de pronto decide buscar a la chica. Primero lo hace a pedido del padre, después como un sospechoso o quizás como un cómplice: él fue el último que estuvo con ella y eso lo convierte en un personaje clave para resolver el enigma.
La ciudad, hechicera y brutal, se dibuja en el fondo y se presenta, rotunda, entre las huellas que la investigación va creando. Buenos Aires es entonces el mapa moderno y salvaje donde el escritor reconstruye los pasos borrados de la chica, despliega los velos que ocultan una trama de pasiones oscuras y fuerzas enfrentadas, y al mismo tiempo recrea -inevitablemente- sus propios pasos: el pálido y moroso misterio en el que se confunde y se ilumina su vida.
Narración sobre el escabroso paso del tiempo y sobre la perplejidad que instalan los cambios globales, El autor intelectual construye una trama perfecta que enlaza el secreto de una mujer, un crimen horrendo de la historia argentina reciente, y los escasos y preciosos recursos que un hombre a veces tiene a mano para hacer de su fugaz existencia algo consistente. Con una escritura impecable y un dominio absoluto de la narración, Juan Martini escribió una extraordinaria novela donde el amor es una fragilidad amenazada por el deseo, y la identidad una trampa del presente que encuentra las claves de su ser en un pasado huidizo que casi nunca se deja interrogar.
Cuentos Completos
Juan José Saer
Las ficciones narrativas que componen este volumen abarcan cuarenta y tres años de trabajo literario de uno de los escritores más importantes de nuestro tiempo, Juan José Saer. Los primeros textos fueron escritos en 1957, los últimos, en 2000.El autor los ha ordenado empezando por el libro más reciente y terminando por el más antiguo: "Tal vez de esa manera el lector tendrá del conjunto una perspectiva semejante a la mía", expresa.Cuentos en el sentido clásico del término, pero también ficciones más abiertas, argumentos, narraciones breves que constituyen el universo saeriano y confirman aquello de que "lo imaginario es grande, multiplicado, diverso".La lectura de estos textos aquí reunidos arroja luz sobre las marcas propias de un estilo inimitable: la poética que se aleja del realismo tradicional y la percepción ocupando el centro del relato, la predilección por el mundo de los recuerdos y la aceptación de las trampas que impone la memoria, los puntos de vista que inauguran una nueva escena en lo ya narrado, los míticos personajes -Tomatis, Barco, Leto y tantos otros- y una ardua interrogación sobre lo real, el lenguaje y la historia.La literatura de Saer ha fundado un nuevo modo de leer. Sin duda, los lectores apasionados por su obra celebrarán la presente edición de los Cuentos completos, una de cuyas secciones, "Esquina de febrero", incluye varios relatos inéditos.